Cuenta la leyenda que un 31 de Octubre,
cuando se celebraba la fiesta de Halloween, el amor estaba a punto de naufragar, tanta inmoralidad, corrupción.
Deshonestidad e injustica existía en aquel día que el amor casi no podía soportar; entonces decidió convocar a todos los
valores humanos para que le ayudaran hacer frente a la maldad; unos pocos se
encontraban cerca como la lealtad y
la obediencia, quienes se pusieron inmediatamente
al servicio de amor; la libertad,
estaba muy lejos, se sentía libre para volar como una ave en el infinito, con
suerte siempre le acompañaba la prudencia,
ésta la prevenía excederse de sus límites permitidos y no caer
en el libertinaje, algunos valores parecían haberse perdido pero sin embargo el
mensaje se iba transmitiendo y cuando la puntualidad
se enteró de llamado del amor, inmediatamente le comunicó a la responsabilidad, las dos se apresuraron
para llegar a tiempo a la cita; el compañerismo
junto con la servicialidad, regaron
la noticia por todas partes, ellos habían formado una pareja muy solidaria en
ésta misión.
Una vez que todos se encontraban
reunidos, el amor iba recobrando sus fuerzas, y se veía reflejarse en él como
un destello de luz que se sobreponía
ante la oscuridad, pero esa oscuridad de sentimientos y de valores,
cuando el amor sonrió todos saltaron
de alegría y felicidad, entonces en
sus mentes permanecía un estado de dicha y júbilo.
En aquella habitación cerrada
donde solo se habían quedado los valores, ante una breve escena de silencio se
escuchó al entusiasmo gritar ¡que
viva la fiesta¡ desbordándose de risa y de contento, el optimismo sonrío y dijo yo
sabía que todo iba a salir bien, siempre veía las cosas por el lado positivo;
ante lo cual la conciencia que estaba
frente a él se puso a pensar y a meditar
sobre lo bueno y lo malo, aquello que produce felicidad y remordimiento.
Algo desordenado el ambiente
cuando la serenidad dijo: hagamos un
brindis por el amor, yo estoy de acuerdo dijo la disciplina, pero que sea en orden que hable uno a la vez; la autoestima no se hizo esperar y exclamó: brindo para que todos los valores
humanos reconozcan sus verdaderas capacidades y sepan que son importantes únicos e irrepetibles. La equidad brindo para que nadie se sienta
superior o inferior a sus compañeros, que cada uno reciba lo que se merece; la justicia se alegró al escuchar a la equidad
y compartió sus sentimientos con un
afectuoso estrechón de manos.
La honestidad, haciendo honor a su nombre instó a que cada uno sepa
comportarse sin provocaciones. Mentiras ni engaños; al escuchar esto la humildad pronuncio: seamos valientes
para reconoces nuestros triunfos y derrotas, aciertos y equivocaciones, tristezas
y alegrías, sin egoísmo y con un corazón noble, sin humillar ni humillarse ante
nada ni nadie… todos le aplaudieron; el
grupo se sentía mucho más unido y solidario
con el amor, cada intervención
llegaba a lo más profundo de sus seres,
la sensibilidad percibía en una mezcla de sentimientos, entre la
alegría y la tristeza, entre risa y el llanto; la flexibilidad se adaptó fácilmente a estas condiciones, la
tolerancia escuchaba muy atenta; en ese
momento ya casi nadie quería hablar, la cortesía,
se había quedado al último porque a todos cedió su turno, la integridad, temía de pronto a
equivocarse, quería presentase siempre pura, sin manchas, recta, cuidando su apariencia;
en ese momento se produjo un segundo silencio.. la generosidad se puso de pie y repartió a todos una inolvidable sonrisa
que quedó grabada en el corazón de los presentes los cuales siempre recordaron
con gratitud.
Ya al finalizar la fiesta donde
había dado toda la alegría, chistes,
sorpresas. Etc.; asomó la sencillez
que se había quedado observado las cosas más insignificantes de la ocasión, el altruismo que se entretuvo tratando de ayudar a la dignidad para que mantenga su transparencia y la veracidad que seguía observando el
acontecimiento de una manera objetiva y clara.
Que hable el amor pidieron todos en unánime voz. Entonces con un tono complaciente
dijo: yo soy el que todo lo sufre. Todo lo perdona, todo lo soporta, el que
entrega si es posible la vida a cambio de nada y donde yo estoy no triunfara el
odio, la ira, la maldad, sino la paz, la armonía y la prosperidad, al escuchar
esto cada uno se retiró a prácticas sus virtudes, dones, talento y habilidades.
Reflexión:
Hay minas que han estado miles de
años sin ser utilizadas pero es más doloroso, que todavía la mayor parte de los
hombres y mujeres ignoren la existencia de la increíble capacidad de su propio talento.
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